viernes, 28 de septiembre de 2007

Dionisio Gutiérrez
¿Cuál es la receta para hacerse millonario?
Trabajo, muchísimo trabajo. A mí me asusta cuando me identifican como millonario; yo no me siento millonario, me siento como un ciudadano más, común y corriente.
Para mí la clave es la educación y un sistema político que le dé la oportunidad a ese ciudadano que se está educando para que se pueda desarrollar.
¿Cuál fue su primer salario?
Mi abuelo nos hacía trabajar las vacaciones y mi primer sueldo fue de Q55 a la semana en los años de 1960. Mi trabajo era marcar los productos con el nombre de la empresa y llevar el conteo de cuánto salía. Mi segundo trabajo fue un poco más sofisticado, porque ya había logrado prepararme y ganaba Q1 mil 500 al mes.
Usted estudió teología. ¿Qué piensa de la cita bíblica: es más fácil que entre un camello por el ojo de una aguja que un rico al reino de los cielos?
Esas citas se refieren a la riqueza o pobreza espiritual, no material. La Biblia, como me lo dijo un sacerdote agustino que ha trabajado para el Vaticano, es la historia de un pueblo, y hay mucha de la información que Dios nos quiso dejar como su mensaje, pero la más importante la traemos todos grabada en nuestra mente y escrita en el corazón; ya nacemos con ese disco duro.
¿Por qué abandonó la teología?
La estudié tres años y medio, pero la teología nunca se abandona, ya que se convierte en un proyecto permanente, porque nunca se deja de aprender. Yo, como todo ser humano que en un momento de la vida siente necesidad de un apoyo más allá de lo terrestre, entré a la puerta de la teología y me encontré con una veta intelectual, cultural, científica y espiritual impresionante. En la primera época me podía pasar hasta 14 horas estudiando y leyendo el tema y no me acordaba ni de comer, por lo fascinante y profundo del tema.

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